viernes, 20 de diciembre de 2013

LA NAVIDAD Y LOS EXCESOS


El total y único sentido de la navidad es celebrar como su nombre lo indica la natividad (nacimiento), y es para los cristianos una festividad que reúne a la familia para ovacionar el nacimiento de Jesús, aun cuando existen varias teorías sobre el origen del 25 de diciembre como día de la navidad. Durante miles de años hemos rendido culto a los actos representativos, imágenes y objetos de esta fecha, muchos de ellos sin pertenecer a nuestra cultura, por dar un ejemplo el infaltable árbol de navidad cuyo significado es más decorativo que religioso.

En fin, era importante para mí remontarlos a algunos puntos sobre el origen de la navidad y así recordar que el sentido de esta fiesta desapareció en el instante en que decidimos dejar de pensar y sentir para ser una copia poco auténtica lejos de lo que nuestra historia nos ha dejado. Pero ¿qué es lo verdaderamente importante para la mayoría de las familias? ¿Cuándo sentimos que diciembre fue lo máximo? Pues cuando se ha estrenado ropa y calzado y se ha ingerido el suficiente licor, porque para muchos es la mejor forma de celebrar el nacimiento del Hijo de Dios.
En la navidad, la mayor época de gastos en el año, tenemos que arreglárnosla para decorar la casa decentemente y acorde con las últimas tendencias en diseños navideños (así el vecino no nos tachará de simples), si en un año el color que predominó fue el azul, en el próximo será el dorado, y así nos la pasamos copiando lo que la moda nos indique. Y ni hablar de los regalos, porque si no los damos ni los recibimos, no tuvimos navidad, es más la consideraríamos una época que se pasó en blanco. De hecho, para muchos, el acto de regalar está por encima del verdadero mensaje de la época: unión, fraternidad, compartir, pero no cosas materiales, a veces se comparte más brindando regalos intangibles como escuchar a aquella persona con la que nunca te has sentado a conversar. Son cosas de gustos, pero lo que sí no se discute, es la vuelta monstruosa que ha dado el sentido de la navidad.

El otro problema añadido a los excesos, es ese mecanismo estúpido de la conservación u ostentación: el precio. No queremos parecer un tanto tacaños al ofrecer dádivas de poco valor comercial, por ello nos agarramos de la mejor marca y el objeto de moda para nuestros aguinaldos como la mejor tarjeta de presentación. El otro martirio del bolsillo y el más delicioso a la vez, es la gastronomía; los excesos con las famosas recetas culinarias de navidad roban el mayor tiempo en el mes de diciembre, con semanas de anticipación las familias empiezan a preparar en cantidades exageradas los deliciosos manjares, que aún en la llegada del año nuevo estamos disfrutando.
Pero el exceso que sí se vale es el del alto costo de los tiquetes de viaje, todos comparten la alegría de trasladarse a otros lugares para reencontrarse con sus seres queridos, y es ahí cuando no importando los sacrificios la navidad se convierte en la excusa perfecta para sacar lo bueno que hay en cada uno. En algún tiempo odié la navidad, porque todo era felicidad temporal, me preguntaba una y otra vez porqué esta fraternidad no se extendía al resto de las épocas del año, la respuesta aún no la concluyo, solo me queda por deducir que este mes trae una magia inexplicable que nos hace gastar dinero como locos, tanto, que no nos da tiempo (a los creyentes) de valorar el significado de la natividad.

Navidad tiempo de excesos, de tarjetas de créditos desbordadas, momento de aumentar kilitos sin remordimientos, de reconciliación, de rumba, en fin, cada quien la vive a su gusto sin detenerse a pensar que lo único que estamos haciendo es hacer de diciembre, el mes del mercadeo más agitado del mundo. Sin más palabras, feliz navidad para todos, ámense y saquen bien sus cuentas, no sea que el 2014 los espere llenos de deudas.

 

 

lunes, 18 de noviembre de 2013

LA RADIO, LENGUAJE Vs. RATING

  “Erda loco, la bareta da pa´todo”, “mami quiero darte mi corazón, pero como lo que soy es carpintero, te voy a dar es clavo”, le decía un locutor barranquillero vía telefónica a una oyente. Estas frases un tanto ordinarias y carentes de intelecto, es el diario vivir de los radioescuchas en la ciudad de Barranquilla, si bien no es bueno generalizar, cabe aclarar que no todos los diales adoptan el mismo lenguaje.  La radio FM se ha convertido en un dolor de cabeza para muchos; sobre el tema nos hemos referido miles de veces, pero el descontrol continúa como el primer día.
Para hacer este escrito me exigí la difícil tarea de escuchar una jornada casi completa de radio FM. Qué barbaridad. Me sentí agredida, no me divertí y lo peor, no me aportó nada bueno, es más, si no es por este escrito, diría que perdí el tiempo escuchando radio. La idea no es hablar de algunos locutores en especial porque entonces necesitaría muchas páginas, es tan solo cuestión de crear consciencia y que más de uno se pellizque, ya que la locución de algunos personajes se resume en una constante burla y falta de respeto sobre todo a la mujer, no sé si el fenómeno es porque  la mayoría de los locutores son hombres, o simplemente por ser el género femenino la diversión para todos los gustos. Lo más triste, es que la mayoría de las mujeres que se comunican vía telefónica a esos espacios radiales, disfrutan cada babosada emitida por el locutor, en algunos casos pensaría que ni entendieron que fue un insulto.

Es bien sabido, que este medio juega un papel decisivo en la construcción de una nación, es la radio la que ofrece inmediatez, antes de verlo en la televisión o leerlo en la prensa, lo hemos escuchado en alguna emisora. Cuando un locutor se justifica diciendo “eso es lo que le gusta a la gente”, es una demostración más de la falta de ingenio o incapacidad de hacer propuestas que realmente sean constructivas para la sociedad y no hacer de ésta, un lenocinio, que en este caso es narrado con toda la morbosidad a través de los micrófonos. Recordemos el penoso caso de mujeres que se desnudaron en público a cambio de adquirir un boleto de entrada a un partido de Colombia, o de oyentes que llaman por teléfono a participar en el tema del día, y por alguna razón la conversa locutor-oyente termina con un un tinte sexual.

El famoso y muy respetado Chelo De Castro en algún momento decía que algunos locutores no comentan, sino que eructan. En la locución encontramos de todo, excelentes voces complementadas con su lenguaje respetuoso y comentarios nutridos intelectualmente, otros comentaristas que quieren ser más barranquilleros de lo normal, pasando de ser un bacán a ser “chabacán”, dos elementos completamente diferentes, así mismo el ser “mamagallista” y ser “perrateador”, este último término que en el costeñol barranquillero significa: burlarse de algo o alguien al punto de humillarlo.

 
Sucede entonces que como eso es lo que gusta a la gente, debemos bajarnos como medio de comunicación a su nivel cultural y educativo y olvidar que debe prevalecer un compromiso social que estimula los valores; la radio en sus inicios aparte de informar, enseñaba, formaba, ahora se convirtió en un espacio para el “perrateo” y el ocio. Pero no solo este factor preocupa, mientras crecen los locutores con ínfulas de dioses frente al micrófono, crecen también niños y jóvenes con el sueño de llegar a ser como ellos. Yo, desde mi oficio de docente conozco más de un estudiante imitador o reproductor de todo lo que en locución no debe hacerse.

El rating está siendo más importante que el respeto a la audiencia, no importa qué tan estúpido y banal pueda ser el contenido de un espacio radial en FM, siempre y cuando se esté captando audiencia suficiente para mantener los primeros lugares de sintonía. Muchos de los espacios radiales representan una amenaza para la pérdida de valores porque se extralimitan en el mal uso del lenguaje y en el tratamiento de temas serios y delicados como el sexual, teniendo en cuenta que no se puede controlar que menores de edad escuchen ese tipo de programación. Recordemos que en casa criamos a nuestros hijos, pero los medios de comunicación están dentro del rango de formadores también, por ser complemento para una educación social.

jueves, 14 de noviembre de 2013

EL CUARTO PODER



En mi época de estudiante de Comunicación Social hace 13 años, cuando empecé a dar valor al conocimiento que me enfundaban mis profesores, grandes todos y merecedores de una calidad humana y profesional incalculable, por mencionar algunos a Jorge Peñaloza, Jaime De La Hoz y Germán Hennessey con los que he tenido el honor de compartir escenario laboral, la perspectiva que teníamos frente a los medios de comunicación era muy diferente a la que tenemos hoy día. En ese año (2000) iniciaba mis pininos en el Canal Regional Telecaribe y aún no conocía muchos detalles del medio. Experimenté en la presentación y me di cuenta que los más bellos reinaban en el set de TV., luego en la reportería donde descubrí que el verdadero periodismo está en la calle, más adelante encontré en la escritura mi fuente máxima de expresión y la mejor forma de perfeccionar la afinación de pluma y sentido periodístico.

Ha pasado poco más de una década y todo ha cambiado de lugar y perfil, no es precisamente un cambio beneficioso y cada vez el detrimento es mayor. Hace 40 años por ejemplo, el periodismo se veía como un oficio de alto respeto y dignidad que se jugaba entre escenarios intelectuales y políticos, la ejercían personas, empíricas o no, con mentes brillantes y actitudes correctas. El cuarto poder, llamado así precisamente por la influencia que tiene la prensa en los diferentes temas mundiales, es un campo que se halla en perpetua expansión y donde la corrupción y la parcialidad han llegado.

En Colombia se ha constituido en práctica de algunos medios de comunicación la pérdida de objetividad de la información, entre tanta competencia por agarrar primero la chiva periodística se pierde el rumbo real de la noticia. Hay de donde ver, leer y escuchar, y sucede que lo que dice un medio no es lo mismo que confirma el otro, y ni hablar del enfoque. Hay que destacar que la objetividad de la información es inexistente, pero es la pretensión de los espectadores, quienes se refugian en la prensa para conocer la verdad de un hecho. La política y sus actores influyen en gran medida en esta situación, que en su afán por alcanzar el poder, hacen uso de profesionales de la prensa para adoptar el mejor perfil frente a los medios.

La formación del periodismo colombiano es bien visto en el exterior, prueba de ello los numerosos comunicadores que triunfan en medios mundiales. Las facultades de este oficio en el país gradúan anualmente 4.500 comunicadores, y el mercado laboral no absorbe suficientemente a los egresados, la plaza es cada vez más escasa y competida, pero no porque no haya donde trabajar, sino porque el sartén del mercado periodístico lo tienen unos pocos agarrado por el mango. No basta ya con tener el título y ser bueno en el oficio, es importante ser amigo del más poderoso y hasta tener una cara bonita.

Siguiendo con el tema de la objetividad, la revolución de los medios ofrece un modelo cultural uniformado con la visión de quien hace la noticia. El vestuario, el dialecto, la música, qué ver y qué oír ya no es decisión nuestra, es un molde impuesto también por la prensa que tiene relación con la parcialidad como marco de referencia de qué se debe o no difundir. La pantalla del televisor muchas veces nos muestra historias erróneas y mal contadas brindando un panorama que dista de la realidad. Pero ese es el periodismo de hoy, uno que cualquier anónimo puede hacer; esa realidad maquillada es la que conoce el resto de la humanidad.

El periodismo es una actividad sumamente delicada, requiere de un alto sentido de la ética y una formación que nunca termina, se necesitan profesionales con agallas que conozcan e identifiquen la diferencia entre hacer periodismo por ideales o por negocio. O como dice Kapuscinski “si antes la prensa tenía como fin reflejar el mundo, ahora los grandes medios se limitan a reflejar su mundo compitiendo entre ellos. Ya no interesa tanto lo que sucede afuera, sino que los demás no se adelanten, que no publiquen algo que ellos no tienen.”

 

 

 

 

 

 

lunes, 4 de noviembre de 2013

MUJER NO ES SINÓNIMO DE POBREZA


Sentada en el auditorio escuchaba atenta la exposición de Cecilia López Montaño, conocida por todos por su larga carrera política y una aliada del empoderamiento económico de la mujer. Cada vez que pronunciaba palabra, más perpleja me quedaba frente a un tema que me incumbe, no sólo por pertenecer al género femenino, sino porque es un problema de nuestra sociedad que viene de tiempos arcaicos, y es la desigualdad de género. Yo creo más bien que las generaciones han malinterpretado esa parte de la biblia que dice que Dios nos extrajo de una costilla de Adán.

Por siglos hemos estado sumidas a la sombra de los hombres en todos los aspectos de nuestra vida, la gran mayoría de las veces, por no decir todas, por el hecho de tener que dedicarnos a la maternidad. Pero resulta, que la famosa economía del cuidado, término famoso en Latinoamérica y desconocido por muchos en este país, es tema de debate que refiere todo trabajo doméstico poco recompensado, como el cuidado a otra persona por ejemplo. Este fenómeno ha demandado pensar en la idea de que las mujeres somos más pobres que los hombres, vinculada esta situación al creciente número de mujeres como jefes de hogar.

Independientemente de la definición de la pobreza de género, se ha evidenciado que hombres y mujeres sufren la pobreza de formas diferentes, teniendo en cuenta la posición geográfica, cultural, la edad y otros factores no menos importantes que determinan un impedimento para ponerle frente. Las mujeres cargamos con el mayor peso del hogar y sin recibir un solo centavo de remuneración; lo anterior, como no tiene un valor de mercado, no reporta los beneficios económicos y sociales que el trabajo remunerado sí conlleva, caminando a un único camino, el de la independencia económica, un estigma que tiene que desaparecer, porque ese cuento de que somos el sexo débil y por eso nos tienen que violar, cachetear, gritar, acribillar y encima de todo quedarnos en casa lavando y planchando, debe ser erradicado del planeta, teniendo en cuenta que este flagelo no es tradicional de Latinoamericanos, es una fusta viviente en toda la estratósfera .

Según Cecilia López, la revolución de la mujer enardeció su actividad para la década del 90, pero disminuyó entrado el siglo XXI, escenario donde se mantiene la discriminación de la mujer, sin poder tener acceso a muchos sectores del mercado laboral eso sin mencionar las innumerables barreras que llevamos a cuestas para obtener un exquisito desenvolvimiento en la sociedad, como las responsabilidades familiares (porque aún desde el trabajo seguimos solucionando los asuntos del hogar), los prejuicios sociales que nos condenan y la discriminación por parte de empleadores, tendencias que hacen parte de nuestra cultura y que no nos permite llegar a la presidencia de un país ni mucho menos.

Estamos resumidas a un pequeño número de oficios bajo el miserable pretexto “ese trabajo no es para mujeres”, aún en estos tiempos de supuesta globalización y progreso cultural y post-modernista, donde el machismo no permite tampoco igualar o superar los sueldos. La búsqueda de igualdad de género debe continuar en una lucha constante que no tenga que ver con espacios ni tiempos, es necesaria y justa además. No deseamos tampoco que los hombres se queden en casa cuidando terceros, pero sí que reconozcan, por lo menos, nuestros derechos y los respeten. Recuerden que todos en el mundo salieron del vientre de una mujer, razón suficiente para perpetuar un respeto hacia el género.

Existe un estrecho vínculo entre pobreza y violencia a la mujer, pero ese es otro tema. Así las cosas, es impostergable seguir batallando la guerra de la desigualdad de género y que el Estado se mantenga en sus políticas de erradicar la pobreza. Cuando mujeres y hombres trabajan en igualdad de condiciones en un mercado laboral, la economía se activa, crece la necesidad de asistir a centros de educación y mejoran las condiciones de vida. Los hombres deben dejar de decidir por nosotras y a su vez las mujeres debemos sacudirnos y utilizar nuestra mejor arma: sin nuestra fuerza el mundo sería como un océano sin agua.

 

lunes, 7 de octubre de 2013

CRIANZA MODERNA, ENTRE FRACASOS Y VICTORIAS



Soy una madre de la nueva era y a veces me siento confundida, en un lado del ring tengo a los veteranos que desde mitad del siglo pasado vienen experimentando el tema de la crianza, y del otro lado a los padres del presente siglo aquejados y con un argumento que nos lleva a pensar que los métodos para la educación de nuestros pequeños debe basarse en los recientes estudios sicológicos, determinando que el éxito de la relación padres-hijos es la comunicación a través del diálogo.
Hoy día vemos cómo nuestros jóvenes se desmoronan sumergidos en una sociedad puerca y desmoralizada donde todo está permitido menos hacer respetar los derechos del ser, las estadísticas muestran cada vez a más menores de edad delinquiendo, perdidos en la drogadicción, alcoholismo, amando al dios del dinero y prefiriendo una vida sin sacrificios. La culpa se la echan a la famosa “era del merecimiento” título que le han colocado a algunos métodos erróneos de educación moderna. Ahora bien, los adolescentes que oscilan hoy en edades de 14 a 17 años, nacieron en la década del 90, en esa época aún no teníamos claro algunos conceptos sugeridos a la crianza contemporánea ya que la dádiva paternal vino después del 2004 aproximadamente, y las nalgadas y la chancleta quedaron en la historia para evitar traumas en los niños.

La reprenda antigua sugiere castigos con dolor, gritos y hasta humillaciones, o quién, nacido hace más de veinte años no recuerda un grito de la mamá delante de los amigos. Las familias de hoy y que crecieron bajo ese modelo, son los que intentan criar a sus hijos con un patrón que más parece un híbrido, es decir, una mezcla del antiguo modelo y las normas actuales cuyos estudios arrojan que éste último es donde hay mayor realización personal y social.
Este modelo de crianza sugiere a los padres seguir las instrucciones de muchos libros especializados en el tema; los que hemos tenido la oportunidad de leer algunos ejemplares, nos podemos dar cuenta que un libro y otro no se terminan de poner de acuerdo, ya que el estudio del primero refuta lo que analiza el segundo. Es aquí donde vienen las confusiones. Estamos tan ocupados intentando experimentar lo que nos dice uno o varios libros al respecto y olvidamos lo más importante: las propias necesidades de nuestros hijos, recordemos que cada niño tiene una personalidad y por lo tanto una necesidad única de crianza. Aun cuando los libros son buenos porque nos sirven de guía, debemos saber identificar el problema y preguntarle al niño qué necesita y cómo se siente al respecto de… no me refiero a malcriar, sino a conocer el espíritu mismo de nuestros hijos y llevar una ruta instintiva en su educación, en otras palabras, un equilibrio que no nos permita ser indulgentes pero sí muy atentos y pendientes de cada detalle.

Volviendo al tema de la vehemencia en los jóvenes de hoy, producto sin duda de su crianza, razón tienen algunas instituciones educativas cuando promocionan la frase “aquí se imparten conocimientos, el niño debe venir educado de casa”. De la formación que demos a nuestros hijos, así mismo será su adultez. En estos tiempos son demasiado los distractores que nos hacen fracasar en la tarea, por ejemplo: a un niño hiperactivo preferimos tranquilizarlo dándole un aparatico con programas de videojuegos que estimulan la mente asesinando monstruos o aniquilando objetos extraños, después se preguntan por qué ese joven se comporta de una manera u otra. Hace unos días escuché algo que llamó mi atención, en un restaurante de EE.UU. colocaron en la entrada una cajita de madera, los comensales que guarden ahí su celular obtendrán un 10% de descuento en su factura, una estrategia magnífica para estos tiempos donde la familia ya no aprovecha este espacio para estimular el diálogo.
La mejor herramienta para formar seres ecuánimes es conectarnos con nuestros hijos y a través de un diálogo constante y persistente conocer su interior, establecer sus principales necesidades y ayudarles a convertir las debilidades en fortalezas, cualidades que serán su propio sello en la sociedad.

lunes, 30 de septiembre de 2013

EL COSTO DE LA GUERRA ¿Y LA PAZ?


Estuve leyendo con detenimiento un informe que llegó a mis manos sobre las inversiones que el Gobierno Nacional está haciendo en el presente año. Quedo atónita cuando veo que la nutrida cifra no es precisamente para los sectores más vulnerables de Colombia. Estamos hablando de los $21,5 billones que le cuesta la guerra al país, un monto absurdo para una patria con unas estadísticas deprimentes de analfabetismo y hambruna. Y no solamente referimos el costo de armamentos u otros aspectos logísticos que demanda una guerra, dirigimos la mirada entonces a los atentados y la destrucción masiva a algunos sectores de la industria.
Cuánto ahorro existiría en el país si se redujeran los costos en materia de seguridad a la que la mayoría de las empresas invierten más del 4% de sus utilidades. Solamente desde el año 2012 a estos días, las compañías de energía y las petroleras pierden miles de millones de pesos por reparar atentados de parte de grupos insurgentes en contra de su infraestructura, dando como resultado que las facturas de energía y por supuesto la gasolina y otros derivados del crudo eleven sus precios. Imagínense todo ese dinero invertido en escuelas y hospitales en zonas rurales de poco acceso, o en la construcción de vías y puentes para facilitar la llegada de productos del campo hacia las ciudades, recordando que algunos de esos productos tienen un alto costo por la misma dificultad que demanda su llegada a los diferentes sectores del mercado.

Si el estado colombiano se dedicara a invertir en la educación parte de lo que gasta en la guerra, que es aproximadamente el 3.6% del PIB, nuestra historia sería otra. Con una sociedad educada la pobreza azotaría con menos fuerza. Un conflicto interno reduce el crecimiento de un país por razones evidentes en materia social y económica. Ahora bien, imagínense Uds. el costo de la guerra colombiana desde hace más de 50 años. ¿Qué seríamos hoy día? Pues un país tres veces más rico.

Hasta ahora anoto algunos datos de la estadística que refieren el costo material, porque sin duda la destrucción humana que deja la guerra es mucho más grande y peor aún, no se recupera. El dolor de miles de familias campesinas que siguen llorando a sus hijos reclutados, a sus mujeres abusadas, a sus niños muertos sin tener nada que ver en el conflicto, es el flagelo que continúa alimentando el odio aun cuando se  haya perdonado. Las escalofriantes cifras superan los 5.7 millones de víctimas en desplazamiento forzado, 220 mil muertos, 25 mil desaparecidos y casi 30 mil secuestrados, sin mencionar los testimonios desgarradores de los sobrevivientes quienes tienen que llevar el peso en su memoria.  Es hora de elevar el ancla y seguir el rumbo del cese de la guerra. La patria está esperanzada en los diálogos de paz aun cuando existan personas escépticas. Muchos se preguntan por qué razón mientras en Cuba se habla de paz Colombia sigue sumando sus muertos, infortunadamente la guerra está activa y se decidió conversar en medio del conflicto, eso nos llena de incertidumbre.
El país no aguanta un impuesto de guerra más, Colombia merece despertar con mayores y mejores cifras en inversión para la educación. Actualmente son 2.7 millones de iletrados que hay en el país en un rango de edad que oscila entre los 15 y 24 años (según datos del Ministerio de Educación) una taza que preocupa en comparación con otros países de Latinoamérica; Guajira y Chocó son los departamentos con mayor problemas de analfabetismo.

La guerra no se acaba con otra guerra y desatando el miedo no detiene a los opresores; necesitamos una vida nueva, con más educación que es el único factor que nos da un poco de equilibrio en medio de la opresión que tiene a más de la mitad del país inmerso en el escepticismo. Nos queda pensar que el costo de la guerra tiene un único fin, el camino a la paz.

lunes, 16 de septiembre de 2013

TU COMPAÑERO O TU VERDUGO


Todavía no salgo de mi asombro, durante toda mi vida he tenido conocimiento de agresiones entre jóvenes en espacios escolares, antes se le llamaban bromas de mal gusto a la que padres y docentes no le daban mayor importancia. Hoy, se llama “matoneo” y es una violación a la integridad física de un estudiante. Es preocupante la monumental evolución que ha tenido esta fusta que hasta el Gobierno Nacional decretó una Ley de Convivencia Escolar y la institución que no la cumpla será sancionada disciplinariamente. Este problema se ha llevado más de una decena de adolescentes a la tumba y tiene a otros tanto en la cuerda floja, casi que impedidos para poder resolver su martirio.
El “matoneo” o “bullying” (término en inglés) es definido por ICBF como una de las formas de violencia estudiantil que se refiere a una conducta agresiva, deliberada y repetitiva que provoca molestia en otro. Ahora bien, el Diccionario de la Real Academia Española lo define así: “asesinar a alguien a traición, estando al acecho”. ¿No les parece aterrador?

Por ahí dicen que es mejor prevenir que lamentar, pero a nosotros nos encanta hacer todo lo contrario. Y esto es precisamente lo que creo que ha sucedido. Echarle la culpa a los centros educativos es querer, como padres de familia, lavarnos las manos. Es evidente la ligereza con la que queremos educar a los hijos en valores y principios morales, nuestros modelos educativos le dan prioridad al hecho de tener un hijo bilingüe y que se conozca hasta la última aplicación de la Tablet que le hemos regalado para su entretención, porque ya hasta se reemplazó las idas al parque por el uso indiscriminado de la tecnología. Ya no hay diálogo, juegos en familia, la reprimenda al niño cuando hizo lo que no debía por aquello de que se traumatiza, las nalgadas a veces son necesarias, esa era del merecimiento nos tiene inútiles frente a un enano que se está agigantando.

Esas bromas escolares del compañero de épocas pasadas, se están convirtiendo  en la sentencia de los verdugos de hoy; todos hemos leído sobre las principales características que rodean a un joven agresor y por consiguiente a un matoneado, y las estadísticas muestran que el primero fue un niño abusado, creció en un hogar inestable y violento. Pero es lógico que existan otros componentes que alimentan este morbo en algunos jóvenes. Un estudio de la Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud arroja que el 20% de los niños en el país son matoneados.
Recordemos que son tres los entornos que rodean un niño: familiar, escolar y social. Por un lado está la familia que es el núcleo principal en el proceso de crianza; luego viene la época escolar que es cuando empieza a interactuar con otros niños de su edad; y por último el social, la pesadilla más grande a la hora de querer a nuestros hijos caminando derechito sin que nada ni nadie los desenfoque. Es aquí cuando no debemos agachar la mirada, recordemos que la invitación a ser violentos está por doquier, cuando un gobierno aumenta injustificadamente los impuestos y sale toda una nación a protestar; cuando tarareamos una canción donde llamamos bandida a una mujer; cuando nos causa placer masacrar vidas en un videojuego; hasta pareciera que a la prensa le da pereza emitir notas positivas por aquello del rating; cuando pagamos en el cine por ver como torturan sin sentido a otras personas, porque recordemos que eso es lo que se vende; en fin, estamos acabados y el mundo gira alrededor nuestro y ni cuenta nos dimos, porque estamos muy ocupados.

La ausencia de límites y reglas de convivencia acrecentó un problema que se puede controlar con un poco de amor y dedicación a nuestros niños, mantenerlos alejados de todo lo que incite al terror y el fanatismo, factores estúpidos que nos hipnotizan, teniendo presentes que las víctimas del matoneo así como sus victimarios son potenciales sociópatas en su vida adulta, y de esos ya no queremos más.

lunes, 9 de septiembre de 2013

UN EXORCISMO NOS VIENE BIEN


“Si Uribe de nuevo se lanza a la presidencia, vuelvo a votar por él”, esta frase, más popular que de costumbre por estos días, retumba en mis oídos como un garrotazo sonaría en mi cabeza. No estoy en contra o a favor de ningún movimiento político, simplemente me he llenado de razones para dejar de creer en nuestros gobernantes y también en quienes los eligen, que es el pueblo. Deduzco que Colombia necesita un exorcismo, pareciera que el más oscuro de los espíritus se hubiera apoderado de la conciencia de los ciudadanos porque no encuentro motivo alguno para que la gran mayoría anhele un gobierno que debe quedarse en el pasado, para olvidar la vergüenza de la parapolítica y de sus implicados encarcelados, de los falsos positivos y de la creación de un sistema de salud que más que eso parece una máquina de tortura de la inquisición.

 Por estos días de paros en el país, han salido a flote las inconformidades de toda una nación: la agricultura, los cafeteros, los camioneros, instituciones educativas, etc., y de ñapa los vándalos aprovechándose de la situación  para participar en lo que mejor saben hacer, desastre. Meditando un poco, el Gobierno de Álvaro Uribe fue ensalzado por su carácter firme y beligerante hacia los grupos insurgentes, que cuando éste tomó su posesión en el 2002 tenían al país sumido en un miedo irreparable. Tuvo ocho años (dos períodos presidenciales) para que sus estrategias de acabar la guerra dieran frutos y a nuestros días la guerrilla sigue viva ¿cuántos años más necesitaba? Por otra parte, el Gobierno de Juan Manuel Santos reemplazó las armas por la mesa de los diálogos de paz, mientras se escriben líneas de acuerdos, los muertos en Colombia siguen sumando, entonces ¿cuántos muertos más necesitamos para acabar la guerra? Ahora la pregunta del millón, ¿Cuál gobierno dio mejores o peores resultados? Nada ha cambiado, todo está donde lo dejaron.

De nada sirve poder viajar tranquilos por las carreteras de Colombia, si en las clínicas y hospitales la gente muere porque nuestro sistema de salud es el peor, que en muchos rincones de nuestro país sigan muriendo de hambre niños, esos mismos que vemos en los semáforos limpiando parabrisas y realizando piruetas circenses, pero es muy difícil para un padre que tiene todo para ofrecer a sus hijos, digerir esta realidad, por eso en vez de emitir nuevas ideas, prefieren un gobierno que pensó que sembrando el miedo podría arreglar la cosa. Hay mucho por hacer, sí se puede porque los recursos están, pero los resultados siguen siendo fantasmas.

Están muy bien las diferencias de pensamiento, eso nos hace seres sociales, pero me parece una canallada las discusiones sin criterio.  Para participar en un debate lo mínimo que se requiere son dos detalles infaltables: conocer la historia del hecho y tener juicios. ¡Que Uribe es mejor o peor!, ¡que a Santos le faltan pantalones y no sirve para nada! son los gritos de un país dividido pero sobretodo desenfocado que conoce la existencia de una olla podrida, pero prefiere cubrirse la nariz para no sentir su olor y poder agarrar tajada de su contenido.

Este Paro agrícola era muy necesario y mi convencimiento se solidificó aún más cuando vi el documental “9.70” que ha causado polémica por mostrar cómo unos funcionarios del ICA destruyen 62 toneladas de semillas de arroz en Campoalegre en el Huila por ser ésta una pepa no certificada, yendo en contracorriente con una costumbre ancestral practicada por nuestros campesinos, quienes a su vez culpan al TLC con EE.UU y Europa. ¿Se justifica haberlo destruido en vez de regalar este grano? En el mundo agrícola, existe la semilla certificada y la criolla, con ésta última no había pasado nada hasta que se consolidó la normativa 970 desde el 2010, que la cataloga de ilegal creando una guerra entre campesinos y las multinacionales. Los campesinos son sagrados, de ellos depende que nuestra despensa esté llena.

Es necesario el exorcismo, Colombia reclama ideas renovadoras, verdaderos líderes escogidos por un pueblo consciente y agresivo en defensa de su pensamiento. Nos viene bien leer la Constitución Política de Colombia, los inicios del conflicto armado, estudiar el pensamiento de los mejores estrategas políticos que ha tenido el país, la mayoría asesinados. Es eso, o seguir sumergidos en el mundo de “Alicia en el país de las maravillas”.

lunes, 26 de agosto de 2013

GARANTIZAMOS SEGURIDAD A TUS DATOS PERSONALES: EL INTERNET



Cuenta la historia que los inicios del internet se remontan a los años 60´s, cuando en plena Guerra Fría EE.UU. crea una red exclusivamente militar para poder obtener información secreta en varios puntos del país. Hasta la década del 80 fue que se estableció el internet y aún en los 90´s era considerado como algo desconocido para muchas comunidades en el mundo. Si hacemos un salto de 20 años después, el internet no solo dejó de ser un universo misterioso, sino que también está adherido al ritual diario de la mayoría de los seres humanos por no decir todos. Se ha convertido en parte de nuestras vidas al punto de que sin él no serían posibles muchos procesos.
Es normal ver y conocer a través de las redes sociales, la vida completa de las personas, y cuando digo vida me refiero a todo: currículo, gustos, ocio, viajes y hasta su vida íntima. Al inicio sólo admitíamos en lista de contactos a los familiares y amigos y como muy extraño a algún conocido, ahora una persona puede llegar a tener 5 mil contactos en Facebook, y les aseguro que sólo el 10 por ciento son amigos.  

El exconsultor de la CIA Edward Snowden revolucionó el tema al revelar una historia no tan inverosímil, pues no es algo difícil de imaginar: la sofisticada infraestructura del gobierno estadounidense para interceptar las comunicaciones de compañías mundiales como Microsoft, Facebook, Google, etc. Todos participamos a ciegas, hoy día, de actividades en redes sociales sin imaginarnos los riesgos que puede traer confiar nuestra vida privada (fotos, correos, datos personales, conversaciones) a la red.

Lo que inició con el intercambio de fotos con familiares y amigos se está convirtiendo en un verdadero suplicio a la vida íntima. Nunca se han preguntado ¿a cambio de qué una red social te ofrece un espacio casi sin límites para que cargues fotos y videos gratuitamente? ¿Qué hacen con tus datos personales? Esas respuestas son inciertas, lo que sí es certero es que nos prestamos a ello porque parece que no tuviéramos más opción, porque necesitamos disponer de estas herramientas tecnológicas para algunas de nuestras actividades y ser protagonista de una interconexión global.
Reitero lo que digo siempre, ser prudentes y maduros con el uso de las redes sociales. No todo lo que brilla es oro. Yo no creo tan necesario que una persona revele en Facebook o Twitter si va a un asado, una fiesta, a la playa, a dormir, si termina con su novio(a), si está entre las sábanas con alguien o lo que me llama mucho la atención oraciones constantes y peticiones elevadas al cielo como si Dios estuviera conectado todo el día en internet, más me parece un irrespeto a su propia integridad, o que tal la de padres de familia que le abren cuentas en redes sociales a sus hijos que aún no saben leer ni escribir. La vida íntima ya parece ser nula. Poco a poco la bola de nieve crece y cuando nos toque rendirle cuentas a nuestra conciencia va a ser demasiado tarde, porque hasta el pudor nos abandonará.

Es muy agradable contar con un espacio en internet que te ofrezca una comunicación sincrónica con nuestros allegados y que ello no genere traumas, porque advertidos estamos y con responsabilidad actuamos. Todos los seres humanos necesitamos autonomía y que no nos dé miedo amparar ese privilegio, la mayoría no lo hace por temor a ser juzgados socialmente. Cuando yo no tenía cuenta en twitter, alguien se atrevió a llamarme anticuada, y solo porque no voy conforme a los modelos sociales que nos imponen. Es importante tener presente, además de todo, que el uso de algunas herramientas debería darse sólo si tus necesidades así lo requieren, y si éste es el caso, mi consejo de hoy: no les dé pena decir que no quieren ser uno más del montón.

 

 

martes, 20 de agosto de 2013

EL CARMEN DE BOLÍVAR, ¿VÍA AL PROGRESO?


De alguna u otra manera se ha internacionalizado el nombre de El Carmen de Bolívar gracias a Lucho Bermúdez quien con su porro insignia desnudó la belleza interior de sus habitantes, sus fértiles tierras y hermosos paisajes. Este terruño, para los que nunca han tenido la oportunidad de visitarlo, está ubicado a 114 km al sudeste de Cartagena de Indias, en la región denominada Los Montes de María. El municipio de El Carmen de Bolívar, diferenciado de otros pueblos de Colombia que también llevan este nombre porque es el único que va precedido del artículo “EL”, llegó a ser uno de los más prósperos del país, pero este progreso se vio estancado gracias a las pésimas administraciones de los gobiernos locales que han formado un imperio de corrupción perpetua.
La fuente económica de los carmeros se centra en exportaciones de tabaco (aun cuando éstas han bajado exorbitantemente), la ganadería y la agricultura, siendo el aguacate, maíz, ñame y la yuca sus mejores cosechas. Otro reconocimiento de El Carmen se lo lleva la “Chepacorina”, una enorme galleta en tamaño y sabor.

Por estos días El Carmen de Bolívar ha estado presente en algunos medios de comunicación nacionales, por una diatriba que lanzó el Presidente Juan Manuel Santos a su gobierno antecesor, que lo considera un “realismo mágico” frente a la puesta en marcha del sistema de acueducto y alcantarillado del municipio, que ha sido inaugurado cuatro veces sin que sus habitantes probáramos una gota de agua de él. Pero la historia no miente, repasemos: en los años cincuenta se da la iniciativa con el llamado “acueducto de la montaña” siendo éste un fracaso total, en los años ochenta el ex congresista David Turbay Turbay impulsó un nuevo intento fallido, diez años después se giraron de nuevo los recursos pertinentes pero el acueducto seguía siendo una leyenda. Y el penoso cuarto intento resultó siendo una inauguración fantástica durante la administración de Otomar Lascarro Silva en el año 2003, donde una manguera conectada a un aljibe fue la protagonista de esta pantomima. Esta última quimera estuvo rodeada por algunos senadores y otros representantes del gobierno local como Juan José García Romero y Piedad Zuccardi, estos últimos pertenecientes al clan de políticos que ha imperado en el pueblo durante décadas.
Entonces, ¿a dónde fueron a parar los recursos destinados a tal fin? La sed de los 200 años aún no acaba, pero ya hay esperanzas con la inauguración, en junio pasado, de un tramo del sistema. Esperamos con ansias se cumpla la promesa del actual gobierno en devolverle al pueblo la fe perdida y una calidad de vida digna de esta tierra de amores, que no sólo tiene escrito en su historia las peripecias de sus administraciones, sino el azote de la violencia de grupos insurgentes que desplazaron campesinos, arrebataron vidas inocentes, crearon pobreza y mataron la esperanza. En esta tierra que me vio nacer quiero sentir de nuevo el aroma a tabaco y libertad que cuando niña me daba los buenos días; y así lo sentí en la ceremonia de instalación de los Juegos Montemarianos 2013 realizada el 09 de agosto en este municipio, en medio del deporte y la cultura propia de El Carmen de Bolívar. Qué buen día. Parece que se está escribiendo un nuevo inicio.

Ojalá ese mismo poderío que nos caracteriza impulse con ahínco tomar la mejor decisión en las próximas elecciones, la venta del voto calma el hambre de diez minutos, pero si votamos a conciencia evitaremos un futuro irrisorio. Cada comunidad se merece los dirigentes que tienen. Espero que éste no sea el caso de los carmeros, donde muchos han actuado a favor propio. El Carmen de Bolívar merece otra suerte, la misma que Dios y la naturaleza le dieron cuando lo hicieron con una tierra fértil y abundante, y que la posición que hoy lo tiene como uno de los municipios más pobres del país se convierta en lo que en sus inicios fue el de mayor progreso.

sábado, 10 de agosto de 2013

COLOMBIA, UNO DE LOS MÁS CORRUPTOS



Estamos cansados de tanto bla, bla, bla y nada de hechos, mientras unos se quedan sentados sólo observando lo que sucede con la justicia colombiana, otros intentamos levantar voces para ver cuántos cristianos más apoyan este sentimiento de rabia y dolor. El pasado 21 de julio publiqué un artículo de opinión al que titulé “El Escarlata de la Guerra Colombiana” donde escupía algunas verdades acerca del cómo inicia una guerra y que no sólo es aquella donde hay cruce de balas. Nuevamente me animo a escribir sobre la guerra porque es nuestro desayuno diario. Seguimos batallando en un mar de odio e impotencia parido por los dirigentes de un país sin garbo al que nosotros mismos hemos ayudado a imperar. Parece que tuviéramos las manos vacías, que no existiera herramienta alguna para poder hacer algo.
Mucho se ha dicho sobre las leyes de Colombia, que no sirven, que son injustas, etc. A mí no me parecen injustas, lo que sucede es que no las aplican en igual condiciones para todos los colombianos. Por estos días andamos más desazonados que de costumbre con la noticia del fallo de un juez segundo de garantías en Bogotá, quién dejó en libertad a Fabio Andrés Salamanca el joven de 23 años que causó la muerte a dos mujeres al chocar el taxi en el que iban cuando conducía su camioneta en estado de embriaguez y a 160 Km/h. Este joven está libre, ipso facto el pueblo arremete con protestas porque otros casos que tienen que ver también con conductores ebrios causando accidentes, sí han sufrido el peso de la ley. La pregunta que todos nos hacemos es ¿a quiénes sí se aplica las leyes en Colombia?  

Mientras en Cuba los diálogos de paz siguen sin arrojar muchos resultados, en Colombia la violación a los derechos humanos se mantiene. La Organización Transparencia Internacional, desarrolló una encuesta que midió el índice de corrupción en 106 países incluido Colombia y adivinen, en los últimos dos años esta fusta en el país ha ido en aumento, dándole un puesto nada envidiable en la lista. Se midieron: las Organizaciones no Gubernamentales, los medios de comunicación y las tres ramas del poder; los que se llevan el primer puesto en materia de corrupción son los partidos políticos, el Congreso y la Policía. Qué vergüenza. Las principales acciones de corrupción en Colombia según los compatriotas se centran en los sobornos y la manipulación de la verdad para beneficio propio, más de la mitad de los colombianos (56%) fueron encuestados.

Retornando al tema de los diálogos de paz en Cuba, hace unos días vi una entrevista que le hacía un periodista a dos de los representantes de las Farc, la pregunta fue: “¿le pedirán perdón a las víctimas en Colombia?” y se me arrugó el corazón cuando escuché de su parte una respuesta vacía y acompañada de una burlesca sonrisa, mientras las familias torturadas de dolor por sus seres amados muertos siguen en su agonía y sin poder hacer nada. Hay miles de interrogantes sobre el porqué vivimos en estas podridas condiciones, el país está dividido en los gobiernos Uribe/Santos y los grupos políticos de izquierda y analizando la situación no sé qué es peor, si los escándalos de la parapolítica o las chiripas de una autoridad llena de contradicciones. De lo único que estoy segura es que nos merecemos los dirigentes que tenemos, porque el día de las elecciones salimos a votar desalmados y dejando la conciencia en casa. Mientras algunas familias pudientes aprovechan este día para descansar, algunos ciudadanos salen a vender su voto y algunos otros sublevados (la gran minoría) a elegir un voto en blanco.

Como hemos tocado fondo, basta de defecar por la boca y convertir tanta palabrería en hechos positivos para los colombianos a ver si el dolor de patria se esfuma.  Hay que votar bien, actuar con justicia y con la verdad. Colombianos, en vez de quejarnos, hay que aprender a elegir con criterio y carácter firmes. De nosotros depende que el sueño de una Colombia en paz, se haga realidad.

 

 

lunes, 29 de julio de 2013

LENGUA CASTELLANA Y SU DESUSO EN EL INTERNET


En las últimas décadas hemos visto con desborde de límites cómo evoluciona la necesidad de no quedarse con una sola profesión y mucho menos sin sus respectivos posgrados; y ni hablar del bilingüismo que en un mercado globalizado es en lo primero en lo que debemos pensar los profesionales de hoy. Junto a este proceso, el internet es el amante por excelencia que han preferido los educandos de nuestro tiempo como compañía número uno de estudio, dejando de lado libros y documentos valiosos que esconden los verdaderos códigos de un buen aprendizaje.

El internet ha ofrecido una baraja infinita de opciones de uso, situación que ha sido tergiversada por la gran mayoría de consumidores que han visto en ese mundo vehemente la posibilidad de un universo único de vida. Ya no es necesario salir de casa, ahora todo se realiza a través del computador. Esto visto trivialmente suena fantástico, pero cuando tocamos el terreno del facilismo es otra cosa. Nuestra lengua castellana tiene un cierto grado de complejidad refiriéndonos a su gramática y extenso números de palabras, a pesar de esto, cuando surge el apogeo del internet en teléfonos celulares, el idioma nuestro pareció haber sufrido la mayor de las crueldades.
Gabriel García Márquez decía: “Cuando empecé en el oficio tuve grandes maestros que no me perdonaban un adjetivo fuera de lugar, los jóvenes de ahora escriben a la buena de Dios. Nadie tiene tiempo para enseñarles”. Qué apreciación tan acertada, los jóvenes de este siglo no han sido reproductores de la lengua de Cervantes sufriendo lo que yo llamo “complejo americano”, porque para ser aceptado socialmente hay que hablar spanglish y ello no obliga a conocer nuestra gramática. Lo particular es que este fenómeno no sucede en otras lenguas extranjeras, donde sí defienden sus idiomas a muerte. Triste.

Estos códigos en “chat” y otros medios del internet funcionan así:
Omisión de las diferencias entre las consonantes C, K, Q, por ejemplo: “aquí” se escribe “aki”, “qué” se escribe “ke” o en el peor de los casos “porqué” es “xq”. Es decir que “kasa”, “keso” o “kijote” deberían escribirse así sin traumas gramaticales.

Fusión de los sonidos C y Z, es decir, para qué darse mala vida si podemos escribir las palabras que producen este sonido con S y asunto resuelto. Por consiguiente estos ejemplos quedarían así: sapato, sesilia, asul. Es el mismo caso de los sonidos de la “B” y “V” que para estos artífices idiomáticos no existe diferencia.
Y por aquello de no perder tiempo escribiendo caracteres de más, sugieren la desaparición de la doble C que ha sido suplantada por la X. Ejemplo: Oxidental, axidente, axion. Lo mismo sucede con la “Ll” reemplazada por la “Y”. Ejemplo: yevar, casteyano, yegando, etc.

La “H” que en vez de ser muda, es fantasma, puesto que casi nunca la colocan, dejaría las siguientes palabras así: alkool, sanaoria, ablaremos, ay.
La “G” y “J” son otras consonantes que generan polémica pues casi nunca respetan las diferencias de cada una. Ejemplo: dirijir, jerenciar, jitana.

Otra calamidad en nuestro idioma son los acentos átonos y tónicos. Un estudiante me lo reclamaba en una ocasión: “profe pero para qué esa rayita, eso no sirve pa´ na”. Aquí es donde “el complejo americano” aflora, no olvidemos que el idioma anglosajón no lleva tilde, dejando el significado y pronunciación de las palabras al sentido común.
Y ni qué decir de la “Ñ” bajo la excusa “mi teclado americano no la trae”. O de la consonante “d” en el participio de algunas palabras. Ejemplo: pasao, arrebatao, caminao, llevao.

Este particular idioma callejero, pregona el resultado de una pobre alimentación lingüística adquirida gracias al facilismo y la guerra de la inmediatez, porque es más rápido copiar y pegar un documento de Wikipedia que leer un buen libro y escudriñar sus entrañas para enriquecer nuestro intelecto. El internet es una herramienta bendita porque gracias a ella el mundo ha evolucionado exorbitantemente. Pero se requiere de responsabilidad y madurez a la hora de usarlo, para ver si así dejan de llamarnos subdesarrollados.

 

 

 

 

lunes, 22 de julio de 2013

EL ESCARLATA DE LA GUERRA COLOMBIANA

A veces pienso el porqué de tanta guerra en el mundo, quién o qué motiva a los hombres a matarse, un conflicto donde las víctimas distan de ser los generadores del principal móvil de un estado en beligerancia. Estamos acostumbrados a escuchar sobre sangre y muerte en los  países del Oriente Medio, donde se lucha una constante reyerta religiosa que viene desde los tiempos de Cristo. Si echamos un vistazo a Japón observamos una constante presión por controlar la densidad poblacional, que conduce a muchas mujeres a frustrar sus embarazos, aunque esta práctica es legal genera en ellas un impacto sicológico de odio y dolor. En África por ejemplo, no me alcanzarían las páginas del periódico para decir lo que pienso sobre la violación de los derechos de la mujer en una guerra sin final que parece tomar fuerza.  En fin, sería un absurdo hablar del desorden de la casa del vecino sin empezar por lo menos a arreglar la nuestra.

Aquí en mi querida Colombia, vivimos una guerra de hace casi un siglo que viola muchos derechos de la mujer, los niños, del trabajo, el servicio de salud, educación… Entonces ¿cuál es la peor guerra? La que viven grupos insurgentes que intercambian balas en nuestras selvas o la de los corruptos de la empresa pública o privada, o la que inició en las entrañas de un hogar que no tuvo pan para el desayuno. Más bien la pregunta es ¿dónde empieza la guerra? En la injusticia y la desigualdad, en otras palabras en una “guerra sucia”.

Actualmente Colombia está entre los quince países más pobres del mundo, difícil imaginarlo porque contamos con grandes minas, innumerables recursos naturales, dos océanos, una gran riqueza hidrográfica, selvas, fauna y flora, nuestra ubicación geográfica es de las mejores del mundo, contamos con el 10% de la biodiversidad mundial, somos ricos pero uno de los más pobres. Qué paradoja. El 46% de los colombianos está inmerso en la pobreza y ésta cifra va en crecimiento.

Cuando hay injusticia también hay desigualdad en un pueblo que atiborrado por el dolor y el odio decide iniciar una guerra por hacer cumplir sus derechos. ¿Ya me entienden por qué todo está relacionado? El conflicto de intereses es un cáncer que favorece a los que tienen la sartén por el mango, ese al que le dio la gana de acabar con un pedazo de nuestro bosque para fabricar un monstruo de concreto que genera empleo pero a la vez desplaza campesinos, tribus indígenas y desequilibra el ecosistema. No muy lejos de allí, en la gran ciudad, asesinan un extranjero que cumplía labores de espionaje y en menos de 24 horas el crimen estaba resuelto, pero la muerte de un ciudadano común y corriente cuya familia carece de poder y dinero, se queda sin resolver.

Y la salud en qué lugar queda. Según la Encuesta Gallup de abril de este año, ocho de cada diez colombianos desaprueban la forma cómo se enfrentan los problemas de salud cuyas condiciones en vez de mejorar empeoran. Nuestro sistema de salud arrastra consigo muchas fallas que lo han convertido en el problema más delicado del país, esto también genera guerra, o díganme Uds. qué opinan de la muerte de un niño de dos años que no pudo ser atendido porque la negligencia médica no lo permitió bajo el pretexto “no tenía carné” o los llamados “paseos de la muerte”.

O como diría un gran amigo “por qué no ponen a vivir a un congresista con el salario mínimo a ver si toman consciencia”, el SMV aumentó en 2013 sólo $22.800  quedando un total de $589.500 cifra que reciben más de 11 millones de colombianos, y de ahí hay que pagar colegio, mercado, arriendo y vayan sacando cuentas. ¿Será que esto no genera guerra?

Dejo abierta la puerta de la reflexión, hay que salir del atolladero en el que estamos inmersos con estrategia y sabiduría para que en nuestros hogares quedemos por fuera de una guerra en la que nos han obligado a participar.

viernes, 19 de julio de 2013

DEL VERBO PERREAR



Según el Diccionario de la Lengua Española el término “perrear” tiene tres significados:    1. Quitar con engaño; 2. Menospreciar a alguien; 3. Dicho de un hombre: andar con muchas mujeres.

A inicios de la década de 2 mil, el verbo floreció como jardín en primavera en un género musical que estaba empezando a robarse la atención de muchos: el reggaetón. Sus letras se han caracterizado por utilizar inusitadamente este término, al punto de convertirlo en moda, tanto, que hoy día el estado natural de una buena rumba es “perreando”.

Cuánta sugestión produce en una persona el hecho de bailar una canción cuya invitación es perrear en la cama, en el baile, en la playa, pero lo más triste de todo es que el gerundio, según el mensaje de las canciones, va dirigido solo a la mujer con expresiones como: perrea mami perrea, y la RAE es clara cuando la define especificando “dicho de un hombre…” mas no “dicho de una mujer…”

En la tarea de examinar el concepto personal de algunos cantantes de música urbana encontré un epítome de palabras que analizándolas en profundidad todas giran en torno a una sola cosa, sexo y baile. Algunas de las respuestas concluyen lo siguiente: “irse a la disco a buscar hombres o mujeres”, “para nosotros los reguetoneros es la forma de bailar eróticamente”, “buscar mujeres perras”, “pandearse al momento de bailar”… etc. Lo particular de los anteriores significados, es que son desconocidos para la mayoría de las personas quienes no saben a qué se refieren cuando lo expresan.

Mucho se ha dicho sobre el abuso a la mujer, infinitas marchas y campañas en contra del maltrato de género toman protagonismo en los medios de comunicación. El respeto ha sido reemplazado por la violación a nuestros derechos. En alguna oportunidad discutía este tema con alguien, quien desde su punto de vista afirmaba que la mujer no provocaba sexualmente a un hombre, es más, una mujer podía sin tapujos salir a la calle desnuda y esto no es motivo para que la irrespetaran porque era su derecho a lucir y estar como quisiera. ¿Será que en esta sociedad donde la mujer es la estrategia de venta más grande de la historia podríamos aplicar el anterior concepto sin generar polémica?

Estamos saturados de ver a la mujer desnuda como guerrera sexual en avisos comerciales y publicitarios que tengan o no que ver con su cuerpo; desde un helado, una gaseosa o una simple crema necesita hoy día, según los publicistas, a una mujer desnuda y expuesta en una vitrina de venta, algo en lo que todavía no puedo estar de acuerdo. Lo más penoso es que a la mujer nadie la está obligando a hacer una u otra cosa, con ello quiero decir, que parte de los valores que se han perdido es porque las mujeres lo hemos permitido dejándonos llevar de un modelo erróneo que la sociedad misma nos ha creado. Llevamos más de una década “perreando” al son de los nuevos géneros musicales y aún no nos damos cuenta de los oprobios que acompañan dichas dedicatorias.

Quiero advertir, que no le estoy lanzando dardos a un género musical en especial, en cambio sí a las letras de canciones de toda naturaleza y cultura del mundo, a cuyos autores se le acabaron las ideas arremetiendo con lo primero que se le viene a la mente: sexo y mujeres, expresando frases como: “acércate bandida hagámoslo a escondidas” o “ven nena para fracturarte en la rumba que está muy buena” o ésta aún más romántica “cuando te conocí anoche, antes de que abrieras tu hueco, tenía respeto por ti nena…”

La pregunta es, ¿llegará el día en que nos revelemos unánimemente y exijamos el trabajito de leer a Pablo Neruda? Mujeres, llegó la hora de la emancipación de género, para elevar nuestro cuerpo a patrimonio esencial y único del ser.

 

 

miércoles, 10 de julio de 2013

POR UNA TELEVISIÓN MÁS PROPOSITIVA



No sé qué pasa por la mente de los productores de televisión en este país, ¿será que en Colombia se acabaron las ideas? Denota mucho ingenio el hecho de tomar la vida de un personaje que ha marcado la historia de una nación y llevarla a la pantalla chica o la grande o la mediana, la que sea, en fin, y mostrarla con la mayor imparcialidad posible desde todas las perspectivas; estoy segura, y no quiero parecer egoísta, pero es que he tenido la oportunidad de hablar con muchas personas, de lo embotado que tienen los sentidos los televidentes, frente a los temas que giran en torno de las nuevas series y telenovelas de los canales nacionales de este país. No quiero demeritar el trabajo que sin duda es excelente y lleno de profesionalismo, notándose la tecnología de punta que está siendo utilizada, aun cuando se le puede dar mejor provecho.

Hace unos días me senté a conversar con una mujer de 70 años, conocedora de la vida, nuestro tema de charla dista de aquello que apunto en este escrito, cuando de pronto sin querer queriendo me mete el dedo en la llaga. Sí, su nieto de 13 años sueña con ser un capo de la mafia del narcotráfico, manejar vehículos de altísima gama y andar con mujeres “buenonas” con curvas notorias y protuberantes. Ipso facto saltamos a lo que yo llamo “el pan de cada día”.
En la mañana encendemos el televisor y no existe propuesta diferente a la de ver tres presentadores hablando de las producciones que se emiten en los horarios nocturnos, y peor aún, tratando los capítulos ya pasados. En las tardes tenemos a nuestra vista un buffet completo de enlatados extranjeros que sabrá Dios en qué época fueron emitidos en sus países de origen. Y no faltaba más los reality que se apoderan de la más amplia sintonía, cuyo contenido es un compendio de improperios hacia sus mismos compañeros de aventura donde la intolerancia se abre camino cada emisión.

En Colombia, un país donde hemos saboreado  los ingredientes principales de la guerra: la corrupción, el egoísmo, la desigualdad, la mentira, la burla… y la lista sigue, necesitamos oxigenar la mente, la prostitución y el narcotráfico no es lo único que sabemos hacer. Qué pasó con la vida de Gabriel García Márquez, Carlos “el pibe” Valderrama, Jorge Eliécer Gaitán, Manuel Elkin Patarroyo, y la lista continúa, personajes que han cambiado positivamente nuestra historia  cuyas vidas merecen ser contadas. Y qué decir de la publicidad, constante y pedante, burbujeante de erotismo y sexualidad… porque es que nada tiene que ver una paleta de chocolate con los labios rojos y carnosos de una mujer contoneando su lengua a la máxima expresión.

En el mundo contemporáneo tener medios de comunicación es tener poder, ya los jefes no preguntan si la historia que se cuenta es verdadera, interesa más el hecho de que se venda. Y como diría mi estimado Ryszard Kapuscinski “ahora que la información es una mercancía bajo las leyes del mercado… hoy el soldado de nuestro oficio no investiga en la búsqueda de la verdad, sino con el fin de hallar acontecimientos sensacionales…”

Dejo abierta la puerta a la reflexión, es calidad no cantidad. Nuestros jóvenes tienen sed de una televisión más propositiva, inspiradora, que invite al ejemplo, los grandes maestros deben ser los mismos medios de comunicación con una alta responsabilidad social, y no como muchos piensan, que mostrando lo que se vende es como se hace el mejor trabajo. Ideas señores, las necesitamos y urgente.

 

 

¿DE QUIÉN ES LA CULPA?

Soy una mujer de pensamientos libérrimos que no distan de los valores y el sentido real de una vida llevada con los pies en la tierra. Aun cuando la subjetividad me alberga como a todo ser humano siento que tengo razón cuando pienso en lo inmiscuido que están los medios de comunicación, incluyendo a las redes sociales, en el carácter de nuestros jóvenes, sin absolver a los mismo padres de familia. Hoy por hoy es tan común escuchar noticias como: “adolescente de 13 años queda embarazada por participar en juego sexual”; “Lo conoció por Facebook y después de un tiempo la secuestró, violó y asesinó”; “Descubren rumbas infantiles clandestinas en el sur de la ciudad”; “Decomisan arma blanca a menor de edad en el colegio…”

¿Será que ahora sí, todo tiempo pasado fue mejor? En otras épocas las “diabluras”, que era el calificativo máximo de un mal comportamiento según nuestros abuelos, no eran mayores a un grito de rebeldía o un escape fortuito de la casa. Hoy es casi inexplicable lo que para muchos padres se ha convertido en una etapa natural: “se me salió de las manos”, “es que eso es lo que ve en la televisión”, “y cómo hago yo para que deje de imitar todo lo que ve en internet”, “la culpa es de ese blackberry que le compró su papá”, en fin, y de excusas en excusas se nos va la vida justificando nuestra mala crianza.

Nos quejamos de la influencia de la radio, la TV. y la prensa escrita en nuestros hijos, pero no tenemos tiempo para detenernos y hacer una introspección diagnosticando la causa del problema; desde muy temprano nos vamos a trabajar, son las 8 de la noche y muchos aún no han retornado a sus hogares, cuando llegamos a casa estamos tan cansados que es muy poca, o casi nula, la comunicación que entablamos con nuestros hijos, que durante el resto del tiempo que no asisten al colegio, están bajo los cuidados de una niñera que les permite fantasear en el sórdido mundo del internet.

La vehemencia se apodera de la edad pueril de los hombres, un momento decisivo para no flaquear como padres y estar informados de las nuevas tendencia sociales y reaccionar sin disimulo y con ahínco frente al comportamiento adolescente.

Según el Dr. José Martínez Costa, médico de adolescentes y niños, “la mente en esta edad es influida y en ocasiones hasta modelada por multitud de agentes. Unos intrínsecos y otros no menos importantes, extrínsecos, como la propia familia, que juega un papel de primer orden en su crianza. Entonces ¿de quién es la culpa? No es malo tener a nuestros hijos a la diestra de la web, pero sí lo es cuando no entregamos normas que seguir. Será que hacemos bien cuando le echamos la culpa a los medios de comunicación, pero sin pensarlo llegamos en la noche a la casa a elegir ser idiotizados por un “reality” que de real no tiene nada, o un programa con ideas superfluas y vanas que muy poco es lo que nos aportan, siendo nosotros mismos los responsables del alto rating de sintonía de esos programas, y no ser capaces de apagar el televisor para convertirnos en un público crítico y exigente.

La juventud del siglo XXI está desorientada, llena de contradicciones, navegando sin rumbo en un océano de incertidumbre y desinformación, le estamos dando mayor importancia al hecho de ser partícipes en una era globalizada, y nos olvidamos de un pequeño detalle: los valores, que son la base de una adecuada educación. No quiero sonar anticuada, pero no necesitamos ser muy veloces de entendimiento para concluir que las nuevas generaciones están sufriendo el peor de los cánceres sociales de los últimos tiempos, quitemos los excesos y volvamos al equilibrio, a ver si somos capaces de dejar de buscar culpables y dirigir a las futuras generaciones no a un mundo perfecto, pero sí a un ambiente con justicia y criterio.