jueves, 31 de julio de 2014

COMO EL AVESTRUZ

Esta mañana bien temprano cuando me disponía a escuchar el noticiero de tv. me enteré en menos de cinco minutos de tres macabros hechos: el primero, que un hombre asesinó a su hija de tres años de edad con 39 puñaladas; la segunda, que en Antioquia aumenta la violencia de género; y la tercera, que un incendio acabó con varias casas de un barrio por una riña intrafamiliar. Paso el canal y me encuentro con las aterradoras imágenes del momento, los bombardeos israelíes. Apago el televisor y más tarde retomo mi lectura en busca de algo positivo que alentara mi día, y en cambio lo que a mis ojos llega es la historia de una niña de 10 años víctima de violación sexual por un religioso. A esta niña desgraciada su familia desea asesinar para limpiar la vergüenza con sangre. Ninguna organización defensora de derechos humanos pudo proteger a la menor por lo que tuvo que ser entregada a su familia después de permanecer 22 días hospitalizada. Hoy, no sabemos si vive o no, y su violador estará en la cárcel por muy poco tiempo.
Me detengo a analizar el panorama de mi país un poco más, y es devastador ver cómo mueren de sed los niños de la Guajira, la sequía de la Costa colombiana ha cobrado muchas vidas humanas y animales, y ni qué decir de la improductividad de la tierra que tiene a miles de campesinos cruzados de brazos. Entre tanto el ambiente político cada vez más tenso por las oposiciones no hace mucho al respecto porque están ocupados en asuntos más urgentes, por ejemplo, a quién le corresponde el contrato más gordo. Hay mucho por hacer, y es tanto el desorden, que no se sabe por dónde empezar, yo creo que es conveniente un aseo general de la casa, y eso se logra reuniendo la basura para luego botarla, pero ahí está el problema, que a los que les corresponde la limpieza no les gusta limpiar, y prefieren el desorden y la porquería para que no se note lo que tienen escondido. No crean que trato de culpar a los políticos de nuestro pésimo estado patrio, no señor, ellos proponen y el pueblo dispone.
El mundial de fútbol culminó hace pocos días, nos dejó alegrías, a algunos les dejó penas, nuestros deportistas brillan con luz propia y eso nos deja muy bien representados, aunque no se pueden negar algunos excesos. Días cívicos, compra de costosas camisetas cuyo fin es el enriquecimiento de una marca que no es colombiana, muertos y mucho licor porque no sé a quién se le ocurrió la brillante idea de relacionar el fútbol con el alcohol. Mariana Pajón sigue sumando medallas de oro  y el hecho no fue más que una nota de dos minutos en los noticieros nacionales. Me gustaría que la educación de mi país despertara un poquito de esa pasión que despierta un torneo de fútbol que no va a aportar un céntimo a nada más que a sus bolsillos. Me hubiera gustado ver el país igual de unido, besando la bandera el pasado 20 de julio, cuya independencia pasó por alto.

En un país como el nuestro, donde todo se cocina al revés, si estás en contra de Uribe, eres guerrillero, y si estás en contra de Santos eres paramilitar. Un estigma que nos dividió pero, que tampoco es cierto. Nos quejamos de todo y por todo, pero la única verdad es que ningún ciudadano estamos en condiciones de acusar y defender, porque estamos en el país de la doble moral, donde se defiende lo que me conviene y se acusa lo que no me parece. Todos somos culpables, porque hemos escondido la cabeza en la tierra como el avestruz. Piense y verá.

miércoles, 9 de julio de 2014

LAS REDES SOCIALES, UN MUNDO DESINFORMADO

Una vez vi un Monje anciano echar té en la taza de su aprendiz, cuando estuvo llena, él seguía vaciando el líquido, y aunque su alumno le advertía que estaba derramándose la bebida, el Monje insistía en seguirla llenando. Cuando hubo suficiente té regado en la mesa, el Monje le dice: -así de llena y sucia está tu mente, debes vaciarla para que la sabiduría entre en tus pensamientos- En ese momento supe por qué la confusión me ha llenado de rabia cada vez que visito las redes sociales y encuentro varias versiones de un solo acontecimiento, entonces deduzco que yo también hago parte de ese círculo estúpido e inútil que solo puede dibujar el crimen de la desinformación. Y al igual que yo, está el resto del planeta, nadando en un mar de especulaciones y rumores baratos que crecen como una bola de nieve.
A través de las redes sociales se pueden lograr muchos acometidos, el uso que se le dé depende de cada persona. Una vez leí un artículo que refería una relación injustificada del mal uso del internet con el subdesarrollo, es decir, que por vivir en países con pobreza estábamos destinados a no sacarle el mínimo provecho al uso de la red. Es una locura hacer una generalidad de semejante magnitud, cuando los delitos más famosos se han gestado en países de avanzada. Ahora bien, si hablamos de ocio, en Colombia hay muchos maestros.
Impresiona la cantidad de desocupados que están al acecho en las redes sociales esperando la mínima oportunidad para cambiar el rumbo de la noticia; las especulaciones, las calumnias y los desagradables chistes sobre personas famosas, es una prueba fehaciente de que es muchísimo el tiempo libre que hay para algunos, que ponen a circular cuanta basura se ve. Hice un repaso al tema y en medio de la tarea corroboro que la única cuenta que tiene el arquero de la selección Colombia David Ospina, es la de tuiter, sin embargo, en Instagram  podemos encontrar varias a su nombre, que por obvias razones no las administra él, y lo que es peor, al tope de fotos y videos publicados por algún desocupado. Lo mismo sucede en el resto de las redes.
Una red social es un método de comunicación que marca tendencias en temas diversos. Les brinda la capacidad a sus usuarios de tener acceso a información que antes no podía, además que la inmediatez con la que se mueve esta información es importante para estar al día con la noticia. En un principio eran los jóvenes los atraídos, a medida que pasó el tiempo, el público presente en las redes sociales abarcaba hombres y mujeres de 7 a 70 años. Una gran mayoría está conectada a la red como única forma de distracción. La lectura que ilustra fue reemplazada por una cantidad exorbitante de basura cibernética que ha desinformado a un público que prefirió llenarse de mentiras y teorías no comprobadas.
Surgió entonces una enfermedad producto del desuso del internet que afecta el comportamiento humano, una saturación morbosa que hace camino a repetir lo que no debemos reproducir y a llenar de telarañas el aposento de nuestras neuronas, porque es tanta la mugre que tenemos en la cabeza que no le permitimos a nuestros pensamientos análisis alguno para entregar una postura propia frente a algo o alguien. El idioma por ejemplo, ya no lo es, la buena ortografía quedó en el pasado, por muchos llamados de atención, es un tema que dejó de importar y una herencia que le estamos dejando a las nuevas generaciones. Una vez vi un niño como de unos 10 años probando una Tablet que estaba en exhibición en un almacén, lo observaba porque me llamó la atención la astucia con la que manejó dicho artefacto, lo primero que hizo fue entrar a Facebook, y dentro de lo que escribió incluyó “xq” para referirse a “por qué”, a su corta edad imita uno de los tantos delitos que han cometido con la fuente madre de comunicación, el idioma.
La tarea es desde los hogares y las escuelas. Necesitamos una medicina que cure la estupidez que se apoderó de las redes sociales. Como también necesitamos resetear  nuestras mentes para ver si vaciándolas empezamos a notar mayor productividad.