Hay un refrán muy
curioso que dice: “con el periódico de hoy se envuelve el pescado de mañana”, y
es que hasta en nuestra rutina diaria nos es útil unas cuantas páginas de papel
periódico, pues es paradójico en lo que termina un trabajo que ha sido creado a
contrarreloj y por decenas de manos que pululan periodismo a toda hora,
escribiendo y entregando la información del día casi de manera celosa, como si
se tratara del más grande tesoro.
Hoy 9 de febrero celebramos
en Colombia hace más de un siglo, el día del periodista, una fecha a la que se
une también el 4 de agosto día en el que se conmemora además la labor del
comunicador social; y es en estas fechas donde los que ejercemos la profesión
hacemos una pausa para reflexionar sobre todo lo que ha sucedido en la historia
del periodismo en Colombia y entre alegrías y tristezas vemos cómo surge un
ilimitado cúmulo de hechos que entretejen las páginas del periódico. Del
periodismo vale la pena recordarlo todo, pero entre los hitos que más han
marcado lastimosamente están los que nos han enlutado de manera cobarde e
injusta. En los últimos 37 años han sido asesinados más de 140 periodistas y
¿saben por qué? Por entregar su opinión,
y la era del “pienso, luego me asesinan” sigue reinando. Uno de los críticos
más recordados es Jaime Garzón cuya muerte sigue en la impunidad, y Guillermo
Cano, cuyos nombres se han convertido casi que en una insignia del oficio. En
ciertas zonas del país, es lamentable cómo algunos medios de comunicación
dependen del “permiso” de grupos al margen de la ley para poder realizar sus
informes. En otros casos sobre asesinatos, la impunidad está a la orden del
día. No es fácil hacer periodismo así, pero lo continuamos haciendo porque en
un país como Colombia, esta profesión no se hace con las manos sino con el
corazón y la razón, aun cuando haya lunares que lo manchan.
Los diarios escritos,
son los únicos documentos donde se puede dejar consignada la historia de una
nación, marcando la pauta del acontecer cada 24 horas, pero con la nueva era
tecnológica ese lapso de tiempo se ha reducido a minutos, porque las letras del
periodismo están a la orden del día en todo momento. Qué mejor manera de
celebrar el 9 de febrero, y es una invitación permanente a hacer buen
periodismo, a no dejarnos intimidar por el miedo, no viendo la corrupción como
una alternativa; el vestido de un periodista y el que nunca debe quedarse en
casa cada mañana es el de la dignidad y la ética.
El mundo está
revolucionando con las nuevas tecnologías y es indiscutible la influencia
social que los medios de comunicación ejercen frente a los hechos mundiales. Estar
informado es una necesidad más de los seres humanos, no puede pasar un día que
no leamos, observemos o escuchemos noticias, ya hace parte de nuestras vidas.
Por eso brindo por los buenos periodistas, los que ofrecen su opinión sin
intentar dañar a nadie, que dicen la verdad sin tapujos, los que cuidan y
respetan el idioma, hacen buen uso de la palabra y no satanizan la información
buscando dobles intenciones, brindo por ellos y por esa labor impoluta que
nunca deberá cesar.
Y termino mi columna
recordando que el periodismo cultural deberá visitarnos más seguido, para que
los jóvenes del ahora aprendan del valor real de nuestro lenguaje e
idiosincrasia, adheridas al ejercicio periodístico, es una invitación que a lágrima suelta y con
un grito desesperado hago a todos los que han atentado contra el periodismo.