Esta mañana bien
temprano cuando me disponía a escuchar el noticiero de tv. me enteré en menos
de cinco minutos de tres macabros hechos: el primero, que un hombre asesinó a
su hija de tres años de edad con 39 puñaladas; la segunda, que en Antioquia
aumenta la violencia de género; y la tercera, que un incendio acabó con varias
casas de un barrio por una riña intrafamiliar. Paso el canal y me encuentro con
las aterradoras imágenes del momento, los bombardeos israelíes. Apago el
televisor y más tarde retomo mi lectura en busca de algo positivo que alentara
mi día, y en cambio lo que a mis ojos llega es la historia de una niña de 10
años víctima de violación sexual por un religioso. A esta niña desgraciada su
familia desea asesinar para limpiar la vergüenza con sangre. Ninguna
organización defensora de derechos humanos pudo proteger a la menor por lo que
tuvo que ser entregada a su familia después de permanecer 22 días
hospitalizada. Hoy, no sabemos si vive o no, y su violador estará en la cárcel
por muy poco tiempo.
Me detengo a analizar
el panorama de mi país un poco más, y es devastador ver cómo mueren de sed los
niños de la Guajira, la sequía de la Costa colombiana ha cobrado muchas vidas
humanas y animales, y ni qué decir de la improductividad de la tierra que tiene
a miles de campesinos cruzados de brazos. Entre tanto el ambiente político cada
vez más tenso por las oposiciones no hace mucho al respecto porque están
ocupados en asuntos más urgentes, por ejemplo, a quién le corresponde el
contrato más gordo. Hay mucho por hacer, y es tanto el desorden, que no se sabe
por dónde empezar, yo creo que es conveniente un aseo general de la casa, y eso
se logra reuniendo la basura para luego botarla, pero ahí está el problema, que
a los que les corresponde la limpieza no les gusta limpiar, y prefieren el
desorden y la porquería para que no se note lo que tienen escondido. No crean
que trato de culpar a los políticos de nuestro pésimo estado patrio, no señor,
ellos proponen y el pueblo dispone.
El mundial de fútbol
culminó hace pocos días, nos dejó alegrías, a algunos les dejó penas, nuestros
deportistas brillan con luz propia y eso nos deja muy bien representados,
aunque no se pueden negar algunos excesos. Días cívicos, compra de costosas
camisetas cuyo fin es el enriquecimiento de una marca que no es colombiana,
muertos y mucho licor porque no sé a quién se le ocurrió la brillante idea de
relacionar el fútbol con el alcohol. Mariana Pajón sigue sumando medallas de
oro y el hecho no fue más que una nota
de dos minutos en los noticieros nacionales. Me gustaría que la educación de mi
país despertara un poquito de esa pasión que despierta un torneo de fútbol que
no va a aportar un céntimo a nada más que a sus bolsillos. Me hubiera gustado
ver el país igual de unido, besando la bandera el pasado 20 de julio, cuya
independencia pasó por alto.
En un país como el
nuestro, donde todo se cocina al revés, si estás en contra de Uribe, eres
guerrillero, y si estás en contra de Santos eres paramilitar. Un estigma que
nos dividió pero, que tampoco es cierto. Nos quejamos de todo y por todo, pero
la única verdad es que ningún ciudadano estamos en condiciones de acusar y
defender, porque estamos en el país de la doble moral, donde se defiende lo que
me conviene y se acusa lo que no me parece. Todos somos culpables, porque hemos
escondido la cabeza en la tierra como el avestruz. Piense y verá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario