Estamos cansados de
tanto bla, bla, bla y nada de hechos, mientras unos se quedan sentados sólo
observando lo que sucede con la justicia colombiana, otros intentamos levantar
voces para ver cuántos cristianos más apoyan este sentimiento de rabia y dolor.
El pasado 21 de julio publiqué un artículo de opinión al que titulé “El
Escarlata de la Guerra Colombiana” donde escupía algunas verdades acerca del
cómo inicia una guerra y que no sólo es aquella donde hay cruce de balas.
Nuevamente me animo a escribir sobre la guerra porque es nuestro desayuno
diario. Seguimos batallando en un mar de odio e impotencia parido por los
dirigentes de un país sin garbo al que nosotros mismos hemos ayudado a imperar.
Parece que tuviéramos las manos vacías, que no existiera herramienta alguna
para poder hacer algo.
Mucho se ha dicho sobre
las leyes de Colombia, que no sirven, que son injustas, etc. A mí no me parecen
injustas, lo que sucede es que no las aplican en igual condiciones para todos
los colombianos. Por estos días andamos más desazonados que de costumbre con la
noticia del fallo de un juez segundo de garantías en Bogotá, quién dejó en
libertad a Fabio Andrés Salamanca el joven de 23 años que causó la muerte a dos
mujeres al chocar el taxi en el que iban cuando conducía su camioneta en estado
de embriaguez y a 160 Km/h. Este joven está libre, ipso facto el pueblo
arremete con protestas porque otros casos que tienen que ver también con
conductores ebrios causando accidentes, sí han sufrido el peso de la ley. La
pregunta que todos nos hacemos es ¿a quiénes sí se aplica las leyes en
Colombia? Mientras en Cuba los diálogos de paz siguen sin arrojar muchos resultados, en Colombia la violación a los derechos humanos se mantiene. La Organización Transparencia Internacional, desarrolló una encuesta que midió el índice de corrupción en 106 países incluido Colombia y adivinen, en los últimos dos años esta fusta en el país ha ido en aumento, dándole un puesto nada envidiable en la lista. Se midieron: las Organizaciones no Gubernamentales, los medios de comunicación y las tres ramas del poder; los que se llevan el primer puesto en materia de corrupción son los partidos políticos, el Congreso y la Policía. Qué vergüenza. Las principales acciones de corrupción en Colombia según los compatriotas se centran en los sobornos y la manipulación de la verdad para beneficio propio, más de la mitad de los colombianos (56%) fueron encuestados.
Retornando al tema de
los diálogos de paz en Cuba, hace unos días vi una entrevista que le hacía un
periodista a dos de los representantes de las Farc, la pregunta fue: “¿le
pedirán perdón a las víctimas en Colombia?” y se me arrugó el corazón cuando escuché
de su parte una respuesta vacía y acompañada de una burlesca sonrisa, mientras
las familias torturadas de dolor por sus seres amados muertos siguen en su
agonía y sin poder hacer nada. Hay miles de interrogantes sobre el porqué
vivimos en estas podridas condiciones, el país está dividido en los gobiernos
Uribe/Santos y los grupos políticos de izquierda y analizando la situación no
sé qué es peor, si los escándalos de la parapolítica o las chiripas de una
autoridad llena de contradicciones. De lo único que estoy segura es que nos
merecemos los dirigentes que tenemos, porque el día de las elecciones salimos a
votar desalmados y dejando la conciencia en casa. Mientras algunas familias
pudientes aprovechan este día para descansar, algunos ciudadanos salen a vender
su voto y algunos otros sublevados (la gran minoría) a elegir un voto en
blanco.
Como hemos tocado
fondo, basta de defecar por la boca y convertir tanta palabrería en hechos
positivos para los colombianos a ver si el dolor de patria se esfuma. Hay que votar bien, actuar con justicia y con
la verdad. Colombianos, en vez de quejarnos, hay que aprender a elegir con
criterio y carácter firmes. De nosotros depende que el sueño de una Colombia en
paz, se haga realidad.
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