Cuenta la historia que
los inicios del internet se remontan a los años 60´s, cuando en plena Guerra
Fría EE.UU. crea una red exclusivamente militar para poder obtener información
secreta en varios puntos del país. Hasta la década del 80 fue que se estableció
el internet y aún en los 90´s era considerado como algo desconocido para muchas
comunidades en el mundo. Si hacemos un salto de 20 años después, el internet no
solo dejó de ser un universo misterioso, sino que también está adherido al
ritual diario de la mayoría de los seres humanos por no decir todos. Se ha
convertido en parte de nuestras vidas al punto de que sin él no serían posibles
muchos procesos.
Es normal ver y conocer
a través de las redes sociales, la vida completa de las personas, y cuando digo
vida me refiero a todo: currículo, gustos, ocio, viajes y hasta su vida íntima.
Al inicio sólo admitíamos en lista de contactos a los familiares y amigos y
como muy extraño a algún conocido, ahora una persona puede llegar a tener 5 mil
contactos en Facebook, y les aseguro que sólo el 10 por ciento son amigos. El exconsultor de la CIA Edward Snowden revolucionó el tema al revelar una historia no tan inverosímil, pues no es algo difícil de imaginar: la sofisticada infraestructura del gobierno estadounidense para interceptar las comunicaciones de compañías mundiales como Microsoft, Facebook, Google, etc. Todos participamos a ciegas, hoy día, de actividades en redes sociales sin imaginarnos los riesgos que puede traer confiar nuestra vida privada (fotos, correos, datos personales, conversaciones) a la red.
Lo que inició con el
intercambio de fotos con familiares y amigos se está convirtiendo en un
verdadero suplicio a la vida íntima. Nunca se han preguntado ¿a cambio de qué
una red social te ofrece un espacio casi sin límites para que cargues fotos y
videos gratuitamente? ¿Qué hacen con tus datos personales? Esas respuestas son
inciertas, lo que sí es certero es que nos prestamos a ello porque parece que
no tuviéramos más opción, porque necesitamos disponer de estas herramientas
tecnológicas para algunas de nuestras actividades y ser protagonista de una interconexión
global.
Reitero lo que digo
siempre, ser prudentes y maduros con el uso de las redes sociales. No todo lo
que brilla es oro. Yo no creo tan necesario que una persona revele en Facebook
o Twitter si va a un asado, una fiesta, a la playa, a dormir, si termina con su
novio(a), si está entre las sábanas con alguien o lo que me llama mucho la
atención oraciones constantes y peticiones elevadas al cielo como si Dios
estuviera conectado todo el día en internet, más me parece un irrespeto a su
propia integridad, o que tal la de padres de familia que le abren cuentas en
redes sociales a sus hijos que aún no saben leer ni escribir. La vida íntima ya
parece ser nula. Poco a poco la bola de nieve crece y cuando nos toque rendirle
cuentas a nuestra conciencia va a ser demasiado tarde, porque hasta el pudor nos
abandonará.
Es muy agradable contar
con un espacio en internet que te ofrezca una comunicación sincrónica con
nuestros allegados y que ello no genere traumas, porque advertidos estamos y
con responsabilidad actuamos. Todos los seres humanos necesitamos autonomía y
que no nos dé miedo amparar ese privilegio, la mayoría no lo hace por temor a
ser juzgados socialmente. Cuando yo no tenía cuenta en twitter, alguien se
atrevió a llamarme anticuada, y solo porque no voy conforme a los modelos
sociales que nos imponen. Es importante tener presente, además de todo, que el
uso de algunas herramientas debería darse sólo si tus necesidades así lo
requieren, y si éste es el caso, mi consejo de hoy: no les dé pena decir que no
quieren ser uno más del montón.
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