De alguna u otra manera
se ha internacionalizado el nombre de El Carmen de Bolívar gracias a Lucho
Bermúdez quien con su porro insignia desnudó la belleza interior de sus
habitantes, sus fértiles tierras y hermosos paisajes. Este terruño, para los
que nunca han tenido la oportunidad de visitarlo, está ubicado a 114 km al sudeste de
Cartagena de Indias, en la región denominada Los Montes de María. El municipio
de El Carmen de Bolívar, diferenciado de otros pueblos de Colombia que también
llevan este nombre porque es el único que va precedido del artículo “EL”, llegó
a ser uno de los más prósperos del país, pero este progreso se vio estancado
gracias a las pésimas administraciones de los gobiernos locales que han formado
un imperio de corrupción perpetua.
La fuente económica de
los carmeros se centra en exportaciones de tabaco (aun cuando éstas han bajado
exorbitantemente), la ganadería y la agricultura, siendo el aguacate, maíz,
ñame y la yuca sus mejores cosechas. Otro reconocimiento de El Carmen se lo
lleva la “Chepacorina”, una enorme galleta en tamaño y sabor.
Por estos días El
Carmen de Bolívar ha estado presente en algunos medios de comunicación
nacionales, por una diatriba que lanzó el Presidente Juan Manuel Santos a su
gobierno antecesor, que lo considera un “realismo mágico” frente a la puesta en
marcha del sistema de acueducto y alcantarillado del municipio, que ha sido
inaugurado cuatro veces sin que sus habitantes probáramos una gota de agua de él.
Pero la historia no miente, repasemos: en los años cincuenta se da la
iniciativa con el llamado “acueducto de la montaña” siendo éste un fracaso
total, en los años ochenta el ex congresista David Turbay Turbay impulsó un
nuevo intento fallido, diez años después se giraron de nuevo los recursos
pertinentes pero el acueducto seguía siendo una leyenda. Y el penoso cuarto
intento resultó siendo una inauguración fantástica durante la administración de
Otomar Lascarro Silva en el año 2003, donde una manguera conectada a un aljibe
fue la protagonista de esta pantomima. Esta última quimera estuvo rodeada por
algunos senadores y otros representantes del gobierno local como Juan José
García Romero y Piedad Zuccardi, estos últimos pertenecientes al clan de
políticos que ha imperado en el pueblo durante décadas.
Entonces, ¿a dónde
fueron a parar los recursos destinados a tal fin? La sed de los 200 años aún no
acaba, pero ya hay esperanzas con la inauguración, en junio pasado, de un tramo
del sistema. Esperamos con ansias se cumpla la promesa del actual gobierno en
devolverle al pueblo la fe perdida y una calidad de vida digna de esta tierra
de amores, que no sólo tiene escrito en su historia las peripecias de sus
administraciones, sino el azote de la violencia de grupos insurgentes que
desplazaron campesinos, arrebataron vidas inocentes, crearon pobreza y mataron
la esperanza. En esta tierra que me vio nacer quiero sentir de nuevo el aroma a
tabaco y libertad que cuando niña me daba los buenos días; y así lo sentí en la
ceremonia de instalación de los Juegos Montemarianos 2013 realizada el 09 de
agosto en este municipio, en medio del deporte y la cultura propia de El Carmen
de Bolívar. Qué buen día. Parece que se está escribiendo un nuevo inicio.
Ojalá ese mismo poderío
que nos caracteriza impulse con ahínco tomar la mejor decisión en las próximas
elecciones, la venta del voto calma el hambre de diez minutos, pero si votamos
a conciencia evitaremos un futuro irrisorio. Cada comunidad se merece los
dirigentes que tienen. Espero que éste no sea el caso de los carmeros, donde
muchos han actuado a favor propio. El Carmen de Bolívar merece otra suerte, la
misma que Dios y la naturaleza le dieron cuando lo hicieron con una tierra
fértil y abundante, y que la posición que hoy lo tiene como uno de los
municipios más pobres del país se convierta en lo que en sus inicios fue el de
mayor progreso.
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