martes, 5 de agosto de 2014

JUGUETES INFANTILES: ENTRE LA MODA Y LA VIOLENCIA

Mientras la observo jugar atino mis sentidos para adentrarme en su mundo y entender su lenguaje, soliloquios llenos de fantasía parecen anunciar un viaje a otra dimensión que atrapa su total atención. Está inmersa en un libreto mágico que evidencia la participación de una Barbie frustrada porque en su ropero hacen falta vestidos de moda y un Ken metrosexual y ególatra que se cree el dios de la belleza. La quimera llega hasta donde el bien lucha contra el mal; La Pony princesa Twilight Sparkle intenta salvar el mundo de las oscuras intenciones de Nightmare Moon en un pueblito diseñado para caballos miniatura. Este es otro juego, uno de grandes ligas, que roba inocencia y donde reina el marketing estadounidense.
No solo me doy cuenta de que el diseño industrial de estos juguetes infantiles guarda cierto mensaje, sino el estilo de vida que una muñeca Barbie muestra a las niñas. Pertenezco a la generación de los ochentas y por mis manos pasaron muchas Barbie. Aun cuando era fascinante ver un modo de vida con lujosos autos, una mansión de ensueño, tener 50 años y aún seguir con medidas y aspecto de quinceañera, jamás me salí del hecho de que era un simple juego. Las generaciones de hoy, y me refiero a los niños nacidos después del dos mil, tienen la particularidad de mezclar esta fantasía con sus vidas.

Un día cualquiera mientras le hacía un peinado a mi hija de 5 años, quedé perpleja ante su descontento
–“mami las princesas no se peinan así, hazme una china de medio lado igual que cenicienta”- Para muchos padres no es extraño que su hijo(a) quiera parecerse a su personaje favorito, pero cuando tu hija(o) te dice que no ordenará su habitación porque eso no lo hacen las princesas sino los lacayos, es cuando empiezas a poner muchas cosas en orden que antes te parecían normales. Si bien los hijos no vienen con un manual, este tipo de situaciones te enseñará lo analítico que deberás ser a la hora de permitir acceso a tu hijo(a) a ciertos juguetes y programas de televisión.
En el tema de los varones, además de que están viendo enormes senos en una muñeca Barbie desde que son unos bebés, es abrumador el factor violencia que viene adherido en algunos juguetes; los Max Steel por ejemplo, son muñecos amorfos y terroríficos que siempre tendrán una misión relacionada con la guerra.  A todo esto se suma el masivo aumento de los videojuegos como una motivación más para mantener a los hijos desarrollando un juego que los incomunica. Mi experiencia indica que son más los efectos negativos debido a este tipo de juguetes, a esto le agregamos los fracasos de la crianza reflejados en la rebeldía muy común en estos días, por ello, muchos padres preferimos organizarle a nuestros hijos(as) actividades coordinadas bajo la supervisión de un adulto, lo que prácticamente inhibe la posibilidad del juego libre, convirtiendo a nuestros hijos en la generación del juego construido y supervisado, siendo esto último el efecto (sin intentar ser una experta porque como muchos padres estoy en etapa de aprendizaje) de ese temor que nace por proteger su inocencia.
Deténganse por un momento a pensar qué mensaje deja a tu hija jugar con unas muñecas que se hacen
llamar integrantes de la pandilla de la muerte. Las Monster High, entraron en furor hace poco, y su diabólica apariencia no me causa ninguna gracia. Esta muñeca al igual que la Barbie y otros juguetes, se han esforzado por reflejar que la belleza exterior, la buena apariencia y la moda valen más que muchos aspectos dejados pasar por alto a la hora de fabricar un juego infantil. El programa Ositos Cariñositos del canal Disney, por ejemplo, muestra características diferentes en cada uno de sus personajes, y no son precisamente valores, a algunos de ellos sus creadores los bautizaron “dormiloncito” (se la pasa con pereza todo el día); “gruñosito” (es grosero y por todo se queja); “revoltosito” (carece de creatividad y es muy torpe). A simple vista estos personajes parecen adorables, pero ¿qué mensaje le transmite a tus hijos? ¿Ya lo habías pensado?

La pretensión no es encapsular a nuestros hijos, apagarles la televisión y solo comprarles carritos de plástico o muñecas bebés. Estar atentos en el tipo de marketing que consumen nuestros hijos hace parte de la crianza, incluyo el internet; mostrarles la diferencia entre lo bueno y lo malo, lo real y la fantasía, pero sobre todo inculcarles valores y mostrárselos con el ejemplo. Lo demás vendrá por añadiduras.