viernes, 20 de diciembre de 2013

LA NAVIDAD Y LOS EXCESOS


El total y único sentido de la navidad es celebrar como su nombre lo indica la natividad (nacimiento), y es para los cristianos una festividad que reúne a la familia para ovacionar el nacimiento de Jesús, aun cuando existen varias teorías sobre el origen del 25 de diciembre como día de la navidad. Durante miles de años hemos rendido culto a los actos representativos, imágenes y objetos de esta fecha, muchos de ellos sin pertenecer a nuestra cultura, por dar un ejemplo el infaltable árbol de navidad cuyo significado es más decorativo que religioso.

En fin, era importante para mí remontarlos a algunos puntos sobre el origen de la navidad y así recordar que el sentido de esta fiesta desapareció en el instante en que decidimos dejar de pensar y sentir para ser una copia poco auténtica lejos de lo que nuestra historia nos ha dejado. Pero ¿qué es lo verdaderamente importante para la mayoría de las familias? ¿Cuándo sentimos que diciembre fue lo máximo? Pues cuando se ha estrenado ropa y calzado y se ha ingerido el suficiente licor, porque para muchos es la mejor forma de celebrar el nacimiento del Hijo de Dios.
En la navidad, la mayor época de gastos en el año, tenemos que arreglárnosla para decorar la casa decentemente y acorde con las últimas tendencias en diseños navideños (así el vecino no nos tachará de simples), si en un año el color que predominó fue el azul, en el próximo será el dorado, y así nos la pasamos copiando lo que la moda nos indique. Y ni hablar de los regalos, porque si no los damos ni los recibimos, no tuvimos navidad, es más la consideraríamos una época que se pasó en blanco. De hecho, para muchos, el acto de regalar está por encima del verdadero mensaje de la época: unión, fraternidad, compartir, pero no cosas materiales, a veces se comparte más brindando regalos intangibles como escuchar a aquella persona con la que nunca te has sentado a conversar. Son cosas de gustos, pero lo que sí no se discute, es la vuelta monstruosa que ha dado el sentido de la navidad.

El otro problema añadido a los excesos, es ese mecanismo estúpido de la conservación u ostentación: el precio. No queremos parecer un tanto tacaños al ofrecer dádivas de poco valor comercial, por ello nos agarramos de la mejor marca y el objeto de moda para nuestros aguinaldos como la mejor tarjeta de presentación. El otro martirio del bolsillo y el más delicioso a la vez, es la gastronomía; los excesos con las famosas recetas culinarias de navidad roban el mayor tiempo en el mes de diciembre, con semanas de anticipación las familias empiezan a preparar en cantidades exageradas los deliciosos manjares, que aún en la llegada del año nuevo estamos disfrutando.
Pero el exceso que sí se vale es el del alto costo de los tiquetes de viaje, todos comparten la alegría de trasladarse a otros lugares para reencontrarse con sus seres queridos, y es ahí cuando no importando los sacrificios la navidad se convierte en la excusa perfecta para sacar lo bueno que hay en cada uno. En algún tiempo odié la navidad, porque todo era felicidad temporal, me preguntaba una y otra vez porqué esta fraternidad no se extendía al resto de las épocas del año, la respuesta aún no la concluyo, solo me queda por deducir que este mes trae una magia inexplicable que nos hace gastar dinero como locos, tanto, que no nos da tiempo (a los creyentes) de valorar el significado de la natividad.

Navidad tiempo de excesos, de tarjetas de créditos desbordadas, momento de aumentar kilitos sin remordimientos, de reconciliación, de rumba, en fin, cada quien la vive a su gusto sin detenerse a pensar que lo único que estamos haciendo es hacer de diciembre, el mes del mercadeo más agitado del mundo. Sin más palabras, feliz navidad para todos, ámense y saquen bien sus cuentas, no sea que el 2014 los espere llenos de deudas.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario