jueves, 23 de octubre de 2014

UN ESCRITO QUISQUILLOSO

Como bien saben queridos lectores, mis escritos apuntan a la defensa de los derechos de la mujer, una denuncia que da voz de aliento al hecho de poner freno a la involución social-cultural en la que estamos sumergidos. En el periodismo, la crítica es un género que debe cumplir con tres elementos fundamentales: informar, educar y orientar, y con pena debo decir, leí hace unos días una crítica de la Revista el Malpensante titulada “Duro contra el perreo” (que más bien debió llamarse “arriba con el perreo”). En ninguna oración defendió los elementos esenciales de la crítica, raro en una revista caracterizada por hacer escritos concienzudos, al contrario desinformó y hasta confundió.
El escrito pretende atacar la Campaña “Usa La Razón” justificándose con argumentos banales y superfluos, dictaminando de manera fatua que la campaña es pueril, sin darse cuenta su autor que el mismo artículo también lo es. “Usa la razón” en contra del reguetón, fue emprendida y es liderada por estudiantes de Diseño Visual de la Fundación Universitaria Unipanamericana de último semestre, a la cual se sumó como fotógrafa y creativa de la Universidad Jorge Tadeo Lozano Lineyl Ibáñez, cuya idea ha sido reconocida por diferentes medios de comunicación de América Latina. No pretendo que las opiniones apunten a un solo norte, pero cuando estamos en desacuerdo nuestra palabra toma respeto en la medida que emitamos conceptos sanos y basados en una investigación previa, que en este caso, está reflejada en una realidad que modela con preocupación comportamientos nocivos en los jóvenes.
El Malpensante agrega: “…En los años cuarenta, cuando la cumbia empezaba a tomarse los grilles bogotanos, el fundador del Gimnasio Moderno escribió un escandalizado artículo sobre los bailes juveniles que, en su opinión, carecían de propiedad y decoro”. Denota la falta de criterio cuando confunden un problema de racismo de la época con uno actual que refiere a la mujer como objeto y que además, sin necesidad de ser muy inteligentes para darse cuenta, se ha convertido en una problemática social que merece la atención del Estado y principalmente de los padres de familia. Las famosas tardeadas, las rondas sexuales protagonizadas por pre-adolescentes, el pensamiento de un niño(a) de 6 años frente al sexo, son solo algunos de los puntos a analizar frente al lenguaje de la música y sus mensajes. Cuando nos referimos a letras sugestivas en otro género distinto al reguetón, como el de las Hermanas Calle “si no me querés te corto la cara, con una cuchilla de esas de afeitar…” hablamos de un género musical que no ha modelado comportamientos en lo jóvenes y que además, nunca vamos a escuchar en una fiesta adolescente, ni mucho menos es una canción que estimule en el cerebro el deseo sexual y va a ser bailada de la misma forma como se baila el reguetón (simulando un ritual de apareamiento sexual animal).
Todo cambio genera molestias como aceptaciones. En el caso de la música, su evolución ha generado transformaciones sociales a nivel mundial que van desde la moda de Elvis Presley hasta el estilo de vida de Cindy Lauper. En nuestros días lo más adecuado es referirnos a la involución de la música. Con el reguetón incitando el sexo salvaje y el poder del macho sobre la mujer como objeto, y una juventud entera consumiendo este mensaje con la ayuda de los medios de comunicación, podemos decir que las cartas están echadas dando ventaja al ocio y el dominio económico. El poder del lenguaje capacita la medida de influencia sobre uno mismo y sobre los demás, de manera constructiva o destructiva, se convierte en uno de los principales filtros de la realidad personal, ya que expresa identidad, valores y creencias. La música reguetón está cambiando la actitud de los niños y adolescentes. Así, en vez de atacar una campaña que consideran inmadura, inútil y abstracta, sería interesante ver qué tienen para aportar como medio de comunicación a una causa que vale la pena defender.

Yo pensaría que las pruebas Pisa nos seguirán dejando en los últimos lugares, siempre y cuando no exista en este país un periodismo (denominado el cuarto poder) crítico, ético, educativo y que sea un pilar de construcción social que ayude  a formar a la juventud.

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